¿Las
palabras que cada mañana exprese, esos versos, reflexiones y poemas
que escribí
desde el silencio y la quietud, mientras mi corazón me dictaba
quizás
queden en un lugar remoto de la existencia humana o posiblemente, nadie los recuerde?
Pero mi alma
soñó a solas, sintió quiso y amo.
Y fue
materia sorda y dura, que al fin y al cabo a la tierra pertenece.
Mi cuerpo
como las nubes se desdibujan, mi corazón enmudece.
¿Posiblemente
solo fui la caricatura de ser poeta, seguramente recale en ese infierno tan
nombrado el día que este mundo deje?
¡Ya me está
pesando ¿El infierno es este? Creo que así es!
Se consume
la vida, buscando la armonía perfecta que tantas veces
soñamos,
pero por mucho que se crea esta no existe, laceradas las palabras
que en el
alma se clavan, yo por mi parte solo puedo pedir perdón, me equivoque mil
veces, también…por creer en un mundo diferente.
Qué gran
equivocación es el de siempre:
No quiero
ese amanecer que se repite en farsa
ni ese mar
que se embravece y se calma
ni la noche
ni el día, ambos engañan
ni tan
siquiera quimeras disfrazadas de luna
bajo ese
cielo pétreo que inútilmente araño
trazando
sigilosas simetrías con la purpura sangre
del corazón cansado,
cerrando los ojos en las sombras frías
aunque los
sueños sean en vano…
Poesía en
calma y quieta deseo seguir creyendo, amando
en la
alegría del descanso callado, con los sueños despiertos
…Y los ojos cerrados.
Mª José Ferrer González.
® Reservado todos los derechos de su autor.